Santo Tomás de Aquino

“el hombre aprende más en un año de los libros de Santo Tomás de Aquino

que de todos los demás durante toda su vida”

Papa Juan XXII

Nuestra Familia Religiosa ve la importancia de una buena educación intelectual, especialmente en el tiempo en que vivimos: ¡vemos tanta confusión a nuestro alrededor, tanto dentro como fuera de la Iglesia! Al educarnos bien en teología y filosofía, buscamos principios a partir de los cuales podamos comprender la naturaleza del hombre y su relación con Dios y, por lo tanto, poder refutar los conceptos erróneos modernos, defender el valor de la vida humana y explicar la doctrina social de la Iglesia, en pocas palabras: para poder proclamar el Evangelio a un mundo que tiene sed de la verdad.

Como dijo el Papa San Juan Pablo II: “Buscar, descubrir y regocijarse en la verdad se encuentra entre las aventuras más emocionantes de la vida”1. En nuestra búsqueda de la verdad, afortunadamente no estamos solos: hace ya 2000 años Dios dirige a su Iglesia y la acerca cada vez más a la verdad.2 Así, a lo largo de los años, los Padres y teólogos de la Iglesia, siempre confirmados por el Magisterio, han acumulado una gran cantidad de conocimiento.

Hay un hombre muy erudito que se destacó sobremanera, y es llamado orgullosamente por los Papas el «Príncipe de la filosofía y de la teología»3: Santo Tomás de Aquino. Este dominico vivió en Italia en el siglo XIII. Su obra más conocida es la “Suma Teológica” (Summa Theologiae), una gran obra que resume claramente todo el fundamento teológico de nuestra fe. También ha escrito varios comentarios sobre los Libros Sagrados y muchos otros libros en los que resume y completa la línea de pensamiento teológico de los Padres de la Iglesia. Un punto de partida importante de Santo Tomás de Aquino es que podemos llegar a la verdad de dos maneras: a través de la Revelación Divina o a través de la razón humana (ratio). Y debido a que solo hay una verdad, nunca puede haber una contradicción entre la fe y la razón.

El Papa Juan XXII afirma que “el hombre aprende más en un año de los libros de Santo Tomás de Aquino que de todos los demás durante toda su vida”. Por eso también nos sentimos nosotros impelidos por las palabras de San juan Pablo II a los Dominicos: «Quiero animar a los ministros de hoy para que se conviertan en auténticos discípulos de Santo Tomás, aptos para las quaestiones disputatae y capaces de diálogo con aquellos que se encuentran alejados de la fe y de la Iglesia, sin que esto signifique la sustitución de una ciencia profana por esta ciencia por excelencia que es la teología. Gracias al estudio diligente del trabajo monumental del Doctor Angélico [apodo de Santo Tomás a través de su conocimiento angelical, ed.], el pensador cristiano recibe un método riguroso e instrumentos conceptuales que le permiten penetrar en las profundidades de la Santa Doctrina”4.

Confirmado y alentado por la autoridad docente de la Iglesia desde la Edad Media hasta nuestros días, nosotros también queremos continuar estudiando, profundizando y divulgando las enseñanzas de Santo Tomás de Aquino. En nuestras casas de formación enseñamos directamente con los textos originales, así como con comentaristas modernos, como el P. Cornelio Fabro (1911-1995). También en la misión, muchas hermanas y padres continúan estudiando a la luz de la doctrina de Santo Tomás y en muchos lugares ofrecemos cursos de filosofía.

Pedimos la intercesión de Santo Tomás de Aquino para que nunca nos apartemos de la verdadera Doctrina de la Iglesia.

 

  1. Juan Pablo II, discurso a los jóvenes en el Estadio Nakivubo de Kampala (Uganda), 6 de febrero de 1993.
  2. Jn. 16,13.
  3. Juan Pablo II, carta con ocasión del centenario de la “Revue Thomiste” (11 de marzo de 1993).
  4. Ídem.

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